El proyeto DIHSE apuesta por dinamizar el emprendimiento en el territorio de frontera

El PROYECTO DIHSE apuesta por dinamizar el emprendimiento en el territorio de frontera

El chef Marcos Senández y los panaderos Ángel y Manuel Morán apuestan por trabajar y vivir en una zona con gran potencial para fijar población y generar empleo.

DIH-SE, es un proyecto hispano-luso que nació el pasado mes de noviembre con un claro objetivo por fomentar la actividad económica y el emprendimiento en el territorio de frontera, tomando la Silver Economy como principal referente. Para que todos nuestros lectores puedan situarse en contexto, diremos que la Silver Eonomy es un modelo económico que da respuesta a los servicios y productos relacionados con el consumo de personas mayores de 50 años; se trata por tanto de un sector transversal en el que se incluyen todo tipo de negocios y servicios, que van desde la salud, y la atención de la dependencia, hasta la construcción, el turismo, el comercio, etc… de ahí el gran impacto de esta economía en una provincia que ha sido declarada ya como “ territorio silver de referencia europea “.

Jóvenes rurales del territorio de frontera toman el relevo de negocios tradicionales con nuevas ideas.

Para que ese impulso pueda tener lugar, es imprescindible que jóvenes con arraigo en el territorio apuesten por dar continuidad a negocios tradicionales que tienen un gran valor para la comunidad y que construyen sobre el know how, un activo intangible de gran utilidad para el universo empresarial.
Es el caso del chef Marco Senández, que toma el relevo de su abuelo al frente del consolidado Restaurante Hostal Los Castaños de Trabazos, y de los panaderos Ángel y Manuel Morán, la quinta generación que mantendrá abierta la tradicional panadería Morán de Alcañices. Son continuadores, pero también emprenden: saben que el presente tiene demandas nuevas (la comida para llevar o a domicilio) y que sus empresas de toda la vida necesitan habitar también el entorno digital, con páginas web y redes sociales. También trabajan de forma diferente: sus predecesores apenas descansaban en Navidad y Año Nuevo y ellos ahora dan más importancia a buscar el equilibrio entre vida personal, salud y trabajo, a pesar de las exigencias características de sacar adelante una pequeña empresa. Y compaginan su emprendimiento con labores del campo típicas de la zona: siempre teniendo en mente un plan B por si acaso, porque sobre todo quieren quedarse.
Marcos Senández Fernández habla con devoción de su abuelo Juan Senández Terrón y del hostal restaurante que creó tras su regreso como emigrante en Suiza. Un negocio que ha ido creciendo y consolidándose durante su casi medio siglo de vida al calor del trasiego característico de un territorio de frontera: entre su clientela hay turistas y gente de la provincia en sus ratos de ocio, pero también obreros y camioneros que siguen confiando en esta parada segura del camino. “Yo vivía aquí dentro con mis padres, aunque después se compraron una casa, y también viví aquí cuando volví. Siempre dije que quería quedarme con esto cuando llegara la jubilación de mi abuelo y estudié cocina”, explica Senández con orgullo por el lugar que ahora ve también corretear a su hija. El joven acaba de cumplir seis años al frente de un negocio familiar que lo sigue siendo: su mujer también es cocinera y su tía lleva el bar. Ha trabajado fuera y ha recibido buenas ofertas, pero él siempre se imaginó en el hostal restaurante de su abuelo.

En Los Castaños se siguen sirviendo las famosas mollejas con la salsa de su abuelo y los boletus con nata, los tradicionales platos de la casa. También han mantenido la carne, en tierra de excelencia como es Aliste. “Luego he ido metiendo cosas nuevas, por ejemplo, hace unos años después de unas vacaciones en Asturias decidí aña direl cachopo en la carta. Pensé: si en Asturias sale bueno, con la carne que tenemos nosotros nos tiene que salir estupendo y ha sido un éxito. Ahora mismo en verano se puede dar la mano con las chuletas en cuanto a ventas”, cuenta el chef.

Cuando se toma el relevo empresarial en este tiempo, hay reformas en lo físico y también en lo digital: el abuelo de Marcos se daba a conocer sólo con el típico tríptico informativo que dejaba en la oficina de turismo y ahora él tiene externalizada la comunicación digital del negocio, con presencia en redes sociales (Facebook e Instagram), con su propia página web y en portales de referencia del sector como Tripadvisor. Su filosofía es hacer honor al legado de su abuelo con novedades que sumen y lo hagan crecer. Y defiende el espíritu emprendedor que ya tuvo entonces el señor Juan Senández Terrón. “En aquellos años fue un restaurante que marcó en la zona, era una persona que innovaba cuando eso no se hacía”, dice. Su deseo es seguir en Trabazos pase lo que pase. Lo más difícil de instalarse en el pueblo fue que al principio a su mujer, que es de Zamora, le costaba, pero ahora ya está adaptada y bien. Cuando se le pregunta por si querría que su hija siguiera sus pasos, reconoce la dureza del trabajo: “Es un trabajo muy esclavo, y con quien más lo noto es con mi hija, sobre todo ahora en agosto”. Pero añade: “Es complicado, lo que pasa es que yo disfruto, a mí me gusta. Yo no sabría qué hacer, y parado tampoco sé estar”.

Senández defiende, pese a las dificultades, el emprendimiento en el medio rural. “Aquí todo el mundo se conoce y siempre te van a echar una mano. Yo aquí he tenido gente del pueblo tomando un café cuando ha llegado un autobús sin avisar y estas personas se metieron en la cocina a hacer ensaladas, eso en una ciudad no lo ves. Y aquí los negocios somos compañeros no rivales, porque no tiene ningún sentido”, indica. Cuando piensa en iniciativas para que más jóvenes como él se animen a montar su empresa en el medio rural, enseguida menciona la reclamación de que se bajen los impuestos. “Tienen que hacerlo de alguna manera, porque estamos pagando impuestos igual que paga una persona de Madrid o Barcelona o Valladolid o Zamora”, sostiene.

Cinco generaciones y unhorno de leña

En la misma comarca que Senández, Aliste, otros jóvenes han decidido asegurar el futuro de un negocio de Alcañices que ya va por la quinta generación y que busca nuevos huecos de mercado a partir de un producto tan sumamente tradicional como es el pan hecho en horno de leña tradicional.

Los hermanos Morán, Ángel y Manuel, saben lo que es desempeñar otros oficios, como la agricultura que compaginan en paralelo a la reconocida panadería con la que comparten apellido. Siempre han ayudado a su familia y cuando ha llegado la hora de tomar el relevo han apostado por esta forma de vida que les da más estabilidad que otros empleos y que saben que funciona porque lo ha hecho durante muchísimos años hasta el momento. También han valorado a la hora de tomar esta decisión la tranquilidad del pueblo y, en palabras de Ángel, “hacer las cosas bien”. “No sólo se trata de ganar dinero, como alguna gente piensa, que hoy en día sólo hay que ganar dinero”, dice. Los emprendedores que se dedican a un producto de muy buena calidad y “que cuesta mucho trabajo hacer” enfrentan la dificultad de que “algunas personas no lo valoran”. “Hay una tendencia de lo artesano, pero yo creo que a veces es más postureo, que no siempre es real”, considera. Los hermanos, el futuro de la reconocida panadería Morán, animan a otra gente joven como ellos a que contribuyan a mantener la vida rural, y destacan el valor, por ejemplo, de no tenerse que desplazar a una capital para comprar los productos básicos. “Alcañices mantiene población, pero faltan servicios, se necesitan más iniciativas para que las personas jóvenes puedan quedarse”, afirma Manuel. Y Ángel apostilla: “Es necesario que aquí puedan también obtener lo que realmente quieren en la vida, que no solo vale con la tranquilidad y vivir bien, sino que es necesaria una estabilidad económica y no siempre hay el trabajo que se requiere para conseguirlo”. La panadería abastece a 17 pueblos de Aliste y, con el relevo, ha pasado a tener también redes sociales y presencia digital, pero sigue funcionando sobre todo porque ya los conocen. “La gente viene a por el pan de Morán y también la típica bolla con chorizo”, cuenta Manuel. A diferencia de quienes les precedieron, los hermanos sí toman descansos y lo hacen al mismo tiempo, para que ninguno cargue con el sobrepeso del trabajo por la falta del otro. Otro cambio al que asiste la panadería Morán es la introducción de las pizzas, hechas al antiguo horno de leña como el pan. “Intentamos ver dónde hay hueco de mercado, la gente se reúne con amigos y es un producto que les gusta. También hacemos empanadas y productos más pequeños si los clientes lo necesitan”, indica Ángel. Los hermanos Morán, como el Senández nieto, están abiertos a los cambios de la modernidad para lograr que sus negocios familiares en el territorio
de frontera puedan mantenerse, crecer y contribuir al dinamismo de una zona que tiene un gran potencial de futuro.

(publicado en La Opinión de Zamora el día 25 de agosto de 2024)

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